Cada vez la tecnología está más presente en nuestro día a día. Contamos con aplicaciones de todo tipo: mensajería, redes sociales, compras, juegos, bancos, etc. También han ganado bastante terreno las apps relacionada con la salud, lo mismo podemos organizar nuestro plan de entrenamiento semanal, aprender nuevas recetas o hacer una compra saludable.
Probablemente hayas visto en el supermercado, gente apuntando con el móvil el código de barras de los paquetes de algunos alimentos, y te preguntarás qué están haciendo. Están usando una app para valorar los productos que van a meter en su cesta de la compra.
Estas apps dan una puntuación al producto en base a su composición nutricional, nivel de procesamiento, aditivos, etc.
Es un hecho que entender una etiqueta nutricional a veces puede ser un poco complicado. Es por ello que no es malo apoyarse en ciertas aplicaciones para decidir sobre la compra de un alimento u otro. Pero antes de dejar que una aplicación decida nuestra alimentación, vamos a ver algunos puntos a favor y en contra de las mismas:
A favor:
- Pueden servir para aprender a hacer una compra más crítica. En lugar de dejarnos llevar por el diseño del envoltorio, precio, eslóganes y reclamos publicitarios, nos ayuda a implicarnos más en saber lo que estamos escogiendo para nuestra nutrición.
- Conocer la composición nutricional de los alimentos nos da mayor libertad de decidir lo que realmente queremos consumir, comparar diferentes marcas y hacer mejores elecciones.
- Capacidad para cambiar a la industria. Lo más interesante de estas apps es la influencia que tendrá el consumidor de modificar la industria. Si el consumidor deja de consumir cierto producto, la industria dejará de fabricarlo, o modificará sus características para hacerlo más aceptable.
En contra:
- No son recomendaciones personalizadas, están fuera de contexto. Lo que se puede considerar un producto saludable para población general, no necesariamente lo es para personas con necesidades específicas, por ejemplo, personas con insuficiencia renal, problemas intestinales, etc.
- Es necesario conocer qué criterio usa cada app a la hora de valorar productos. Es preferible usar aquellas apps en las que haya nutricionistas trabajando detrás, ante aquellas que usan algoritmos y valoran productos en base a sus calorías, grasas totales, azúcares o aditivos añadidos. Por ejemplo, puede resultar que un producto “light” aparezca con buena puntuación, por no llevar azúcar añadido, sin tener en cuenta otras posibles sustancias que se le añaden. O por ejemplo algunas conservas pueden salir con puntuación mediocre por llevar un conservante, el cual no es perjudicial para su consumo, por ejemplo, unas lentejas cocidas de bote.
- Falsa seguridad de que estemos consumiendo algo sano. A veces nos empeñamos en encontrar alimentos que son de consumo desaconsejado (galletas, helados, papas fritas, etc), con un mejor perfil nutricional para poder consumirlo sin sentir culpa. Por ejemplo, galletas integrales sin azúcar o refrescos light. El hecho de que no sean tan dañinas como su formato original, no las convierte en saludables.
Para no complicarse tanto, siempre que se pueda opta por productos naturales sin códigos de barras, es decir productos frescos sin procesar (frutas, verduras, frutos secos, carne, pescado, etc.) Y recuerda que la opinión de una app nunca debe sustituir la indicación de un profesional de la salud.