El verano es la estación del año que más relacionamos con el descanso y la desconexión. Este año con más motivos que otros, es una época en la que nos dedicamos a disfrutar, hacemos más escapadas, salimos más, tenemos más reuniones con familiares y amigos, etc.
¿Qué tienen en común todas estas situaciones? Cambian nuestra forma de comer: comemos más por fuera, nos dejamos llevar más por las apetencias, tomamos más alcohol, helados… Lo que se suele traducir en algunos kilos de más.
Ante este hecho muchas personas deciden ponerse manos a la obra pasadas las vacaciones y perder los kilos ganados. Pero…¿Vale todo para perder peso? A continuación, te contamos qué no hacer y qué sí para conseguir tus objetivos de la mejor manera posible.
Qué no hacer:
1. Descuidarte durante el verano: ¡estás a tiempo! Disfrutar de esta época no está reñido con mantener unos buenos hábitos. Cuida tu alimentación en el día a día y utiliza el sentido común en las comidas sociales: incorpora vegetales, sírvete la comida en el plato, cuida lo que bebes, no abuses de los postres y, en tal caso, que sean a compartir…
2. Tratar de perder peso en un tiempo exprés. Probablemente solo consigamos perder músculo y agua, y no grasa. Nos arriesgamos a sufrir el “efecto yo-yó”, es decir, recuperamos el peso perdido e incluso algo más (al perder músculo nuestro metabolismo basal disminuye y nuestro cuerpo “quema menos”).
3. Hacer la dieta de otra persona: puede tratarse de una dieta “de cajón”, una dieta milagro o no ser adecuada para ti.
4. Utilizar dietas y/o productos milagro: ¿Cómo podemos reconocerlos? Suelen cumplir las siguientes características:
- Prometen perder peso rápido y sin esfuerzo.
- Sugieren una ingesta calórica demasiado baja.
- Prohíben la ingesta de alimentos básicos.
- No especifican con claridad las cantidades de alimentos.
- No indican el número de comidas a realizar cada día.
- Están publicitadas por algún personaje famoso.
Qué hacer:
1. Plantearte este cambio como una nueva adquisición de hábitos, para que los kilos que pierdas no los recuperes.
2. Aprovechar la vuelta a la rutina para poner orden en tu alimentación: sigue unos horarios regulares, cuida lo que compras y planifica tus menús.
3. Basar tu alimentación en:
- Frutas y verduras: Recuerda ¡5 al día!
- Proteínas saludables: Alterna entre pescados, huevos, legumbres, carnes magras y quesos frescos.
- Cereales integrales en las comidas principales.
- Grasas saludables: Aceite de oliva, frutos secos y aguacate, con moderación.
- Lácteos: leche semi o entera y yogures naturales.
4. Reducir el consumo de azúcares añadidos: evita el azúcar, zumos, refrescos, yogures azucarados y postres lácteos, repostería, bollería, golosinas…
5. Evitar procesados y ultraprocesados: embutidos, salchichas, hamburguesas, precocinados…
6. Cuidar lo que bebes: el agua como bebida de preferencia. Evita las bebidas alcohólicas y los zumos y refrescos, aunque sean sin azúcar. En caso de consumirlos, toma un vaso de agua entre una bebida y otra.
7. Lleva una vida activa: desplázate caminando o en bici, utiliza las escaleras…
8. Haz ejercicio dirigido varias veces por semana. Son muy recomendables aquellos en los que se tonifica la musculatura.
9. Si lo requieres, acude a un dietista-nutricionista para diseñar un plan de alimentación adaptado a tus necesidades, que te permita cuidar tu salud de forma global.
¡Disfruta del verano con moderación!