LACTANCIA MATERNA Y NUTRICIÓN | SPAR Gran Canaria

LACTANCIA MATERNA Y NUTRICIÓN

01/08/19

La lactancia materna es considerada el método de referencia para la alimentación del lactante durante los primeros seis meses de vida, pues cubre las necesidades nutricionales para su adecuado crecimiento y desarrollo.

Igualmente existen otras razones que justifican esta recomendación. Entre ellas destacan:

  • Perfecta adecuación de la alimentación a las características del niño, tanto en requerimientos como en edad.
  • Transmisión, a través del calostro, de sustancias que fomentan la inmunización del bebé frente a infecciones, enfermedades degenerativas y metabólicas, o aquellas provocadas por un déficit de defensas (gastroenteritis, otitis, catarros, etc.).
  • Alimentación a demanda con mayor y mejor control por parte del bebé de las sensaciones de hambre y saciedad.
  • Máxima higiene y seguridad alimentaria en la producción, preparación y toma láctea.
  • Disminución del sangrado por parte de la madre.
  • Mejor control del peso de la madre y reducción progresiva del mismo.

Durante este periodo, la madre no necesita una dieta especial, simplemente comer de forma variada y equilibrada, puesto que, salvo desnutrición clara u otras situaciones muy específicas, el estado nutricional de la madre no interfiere en la producción láctea ni en la calidad de la leche.

De manera más concreta, la alimentación durante la lactancia materna debe asegurar un correcto aporte de todos los nutrientes:

Hidratos de carbono:

Siempre mejor en su formato integral: cereales integrales (copos de avena o de espelta), arroz o pan integral. En su etiquetado deben aparecer como «cereal integral», «alimento integral» o «trigo integral».

Evitar aquellos con elevado aporte de azúcar, grasas refinadas y escaso aporte de nutrientes como la bollería industrial, papas fritas, mermeladas, etc.

Proteínas:

Procurar incluir proteínas magras (bajas en grasa) en tus menús, pudiendo ser tanto de origen animal (carne, huevos, pescado, o lácteos) como de origen vegetal (garbanzos, lentejas, alubias, seitán, frutos secos o semillas).

Grasas:

Escoger grasas saludables, como las presentes en el aceite de oliva, frutos secos, semillas, aguacates y pescado azul, como el salmón o la caballa. Hay que tener en cuenta que este último es bueno para la salud de la madre y para el desarrollo del bebé, pero se recomienda no tomar más de dos raciones (o más de una ración de pez espada, tiburón, atún rojo o aguja) a la semana, ya que pueden contener elementos contaminantes, como el mercurio.

Vitaminas y minerales:

Debemos prestar especial atención a los niveles de vitamina D y calcio, ya que, cuando éste último no es suficiente, se compromete el tejido óseo materno con el fin de proveer calcio y poder soportar el crecimiento fetal y la producción de leche materna.

Obtenemos el calcio a través de los productos lácteos (leche, yogur y queso), frutos secos, semillas de sésamo y verduras de hoja verde.

A su vez, la vitamina D es indispensable para la absorción de calcio, la mayoría la obtenemos al recibir los rayos del sol y a través de los pescados azules (arenque, salmón, caballa, sardinas), legumbres, carnes, yema de huevo y alimentos fortificados en esta vitamina.

Otras consideraciones a tener en cuenta:

Tener especial cuidado en el consumo de embutidos y pescados crudos, recetas que incluyan huevos crudos o lácteos sin pasteurizar, así como mantener las normas higiénicas a la hora de manipular y conservar los alimentos.

Algunos alimentos (espárragos, alcachofas, ajo, cebolla o algunas especias) pueden alterar el sabor de la leche, pero no hay razón para evitarlos si el lactante no rechaza el pecho cuando se consumen.

No es conveniente ingerir alcohol, tabaco u otras drogas ni medicamentos sin supervisión médica.